1 de septiembre 2015. Un día normal. Se han acabado las
vacaciones para mucha gente, esa que luego dice que aprovecha estos días de
descanso para leer. Me quedo colapsada con un noticia que circula por Facebook:
cierra la librería “Negra y Criminal”. Me quedo anonadada. Primero no me lo
creo, pienso que es un rumor, pero voy viendo mensajes y no…. Es cierto. Mi
amiga Anna Maria Villalonga, a la que conocí en un curso de Novela y Cine Negro
en el Juliols de la UB
de 2012, impartido entre otros por Paco Camarasa, me menciona en un comentario.
Nadie como ella para imaginarme que es lo que siento.
Me emociono, me indigno, me llevo las manos a la cabeza y
al corazón, lloro, si, no me avergüenza decirlo. Y entonces sale mi egoismo; ¿Qué
voy a hacer sin mi librería de referencia?
Dicen que cierran por la crisis, y no lo dudo. Cada vez
se lee menos libros y lo que es peor, se compra menos libros, y entre los pocos
que se compran, por lo visto, menos en la Negra y Criminal. Yo, y lo digo sin querer
parecer … no se que, es una de las tiendas a las que no puedo porque me dejo el
presupuesto de ocio del mes. Digo… va Charo, llevate el dinero justo, no se, 80
ó 90 euros, pues no. Siempre gasto mucho más, suerte de la tarjeta.
Lo han intentado todo, hasta crear el Club “Cómplices”,
con lo que los acérrimos defensores y admiradores de este espacio aportamos
nuestro granito de arena económico para colaborar con el sostenimiento de este
rincón que es de Paco y Montse, pero que nos pertenece a todos, escritores,
editores, periodistas, profesores, críticos y sobre todo, lectores, clientes y
amigos. Todos cómplices.
Representa mucho para mi. Es una sitio en el que siempre
me encuentro bien, en el que descubro cosas nuevas, escritores nuevos, donde he
conocido a mis ídolos, donde me han firmado libros, he conversado con ellos, he
tomado un poco de vino y he comido mejillones y patatas. Donde he peregrinado
en multitud de ocasiones para un sábado por la mañana (nadie sabe la de
malabarismos que he tenido que hacer para poder ir) y durante un rato me he
sentido parte de la familia negra-criminal. Allí he llevado a mis hijas, las he
introducido en esta afición que a mi me gusta tanto. Han conocido a Andreu Martín,
a Jaume Ribera y a Jordi Sierra i Fabra, autores a los que ya habían leido. Momentos
que ya no se repetiran.
Como un espacio tan pequeño, puede ser tan grande.
Me niego a decirles adiós. No quiero que se vayan. Espero
con impaciencia que nos comuniquen sus nuevos proyectos y, al mismo tiempo,
también, y como decía Antonio Machado: “mi corazón espera, también hacía la
luz, y hacia la vida, otro milagro de la primavera”.
Molt bonic, Charo. I tens raó, només saber la mala notícia, he pensat en tu.
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