domingo, 8 de octubre de 2017

"Blade Runner 2049"




1982. Ridley Scott había dirigido una de las obras maestras del cine. Película basada en la novel "¿Sueñan los androides con ovejas mecánicas?" de Philip K.Dick. En su día no fue una cinta que tuviera un éxito inmediato, nos fue calando poco a poco. Un esquema clásico de cine negro ambientado en un Los Ángeles lluvioso, oscuro, agobiante, sucio, apocalíptico al que quieren llegar los replicantes, robots altamente desarrollados, que han sido creados a su imagen y semejanza para convertirlos en esclavos que hagan las tareas penosas que los humanos no quieren hacer. Un blade runner, policía encargado de eliminar a los que incumpliendo la ley vienen a la Tierra.


Espectacular música de Vangelis.. Una banda sonora imperecedera e inolvidable que envolvía escenas inconmensurables. Con un Harrison Ford espectacular dentro de su limitaciones como actor, con una Sean Young en la cima de su carrera, un Edward J.Olmos acertadísimo, y un Rutger Hauer que nos regaló aquello de "Yo he visto cosas que no creeríais...", con la voz de Constantino Romero en la versión doblada al castellano, y todo ello sin olvidarnos de todo un elenco en estado de gracia.

Pero esta crónica no va de esa maravillosa película, esta crónica va de su continuación: "Blade Runner 2049". 35 años después. 35 años esperando. 35 años ¿para esto?

Nuevo Blade Runner, K se llama, interpretado por Ryan Gosling, al que le puedo perdonar cualquier cosa después de haber interpretado "Drive", es un replicante de las nuevas generaciones con la misión de eliminar a los replicantes antiguos, aquellos que siguen vivos después del "gran apagón". Su jefa, la fántastica Robin Wright,  lo tiene como su blade runner favorito. La trama nos va llevando de manera inconexa y sin ninguna continuidad por una historia que en momentos me recuerda a "Ghost", en otros a "Star Wars", con escenarios de Los Ángeles que parecen extraidos de "Madrid: frontera", la novela de David Llorente, con una profusión de subtramas, escenarios y personajes que no llevan a ninguna parte y que son totalmente innecesarios.

David Villeneuve, no es Ridley Scott. No consigue imprimir la fuerza ni la belleza estética que Scott si consiguió. El argumento totalmente previsible, infantil, con unos diálogos de chiste, una escenas dramáticas que te hacen revolverte en la butaca, hacen que te quede un mal sabor de boca y una sensación de pérdida de tiempo y de haber desperdiciado la oportunidad de hacer una película al menos digna.

Tenía mucha ganas de verla. Incluso no he querido ver ninguna trailer, ni leer ninguna entrevista o reportaje sobre antes de visionarla, para que nada me contaminara la opinión. Pues es ésta mi opinión. Muy desilusionante.