Segunda novela protagonizada por el subjefe (y no
comisiario, como el mismo se encarga de recordar a todos los que así le llaman), Rocco Schiavone, ese policia “castigado” por irregularidades en el
desarrollo de un caso, que es “desterrado” a Aosta, desde su querida Roma.
Manzini nos va desvelando secretos de su
protagonista: que fue lo que ocurrió en Roma, que pasó con su mujer, porque
siente ese vacio interior, todo ello amenizado por la resolución de un aparente
suicidio.
La trama no da mucho de si. Es un caso bastante
evidente, y aún así, me ha gustado. Me ha hecho reir. He tenido ganas de seguir
leyendo, todo y saber como va a acabar. Me gusta el personaje de Schiavone. Su
sentido de la justicia o no justicia, según se mire. Me gustan sus relaciones
con el resto de personajes. Me gustan sus contradicciones. Incluso me gusta el
paisaje, frio y gris de Aosta.
Creo que Manzini ha creado un personaje basandose en
las novelas de Camilleri. Esos policias inútiles que habitan en las comisarias
italianas, esas situaciones rayando el ridiculo, las mujeres todas ellas
estupendas y fantásticas, incluso a las que ya tienen una edad (lo cual hay que
agradecer), me recuerdan, salvando las distancias al universo “montalbaniano”.
Con mucha ilusión voy a asistir al primer encuentro
de Valencia Negra 2016: “Las sombras de Schiavone” con Antonio Manzini.
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